Desinflamatorio
Cuando aparece un dolor o malestar solemos buscar alternativas que solucionen rápidamente el problema para poder seguir con nuestra rutina. En este caso, la automedicación con un antiinflamatorio o analgésico (o ambos) es la opción más recurrente, pero ¿hacemos lo correcto?
Todos tenemos estos medicamentos en nuestros botiquines y a menudo recurrimos a ellos para tratar dolores cotidianos. El hecho de que, en función de la dosis, sean de venta libre y no necesiten receta, puede tener como consecuencia un mal uso y abuso. De lo que no somos tan conscientes es que, a medio y largo plazo, un exceso puede conllevar problemas gástricos, hepáticos y cardiovasculares.
En el post de hoy os explicamos cuál es la función de los antiinflamatorios y los analgésicos y cuándo tomar uno u otro.
Los antiinflamatorios son los medicamentos cuya función es la de detener o reducir la inflamación de una parte concreta del organismo. Esto suele conllevar una disminución del dolor asociado, produciendo también un efecto analgésico. Por ejemplo, al reducir la inflamación de la garganta, el dolor y malestar también se reducen. Otra función de los antiinflamatorios es la de servir como antitérmicos para combatir la fiebre.
Hay dos grandes tipos de antiinflamatorios: los corticoesteroides, cuyo principio activo es la cortisona o sus derivados, y los llamados “AINES” (Antiinflamatorios No Esteroideos), entre los que se encuentran estos principios activos bastante comunes: ibuprofeno, dexketoprofeno o naproxeno.
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